Lau Haizetara Gogoan, como Coordinadora que agrupa a asociaciones memorialistas y organizaciones antifascistas, no puede pasar por alto el recuerdo de lo que históricamente padecieron las víctimas del nazismo y de sus aliados.
La “noche de los cristales” supuso un salto cualitativo en la represión que los nazis ejercieron sobre el pueblo judío y otras minorías. Desde varios años antes existían leyes discriminatorias pero fue la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 el momento que se puede considerar como el inició la violencia sistemática y masiva.
Aquella noche miles de personas fueron hechas prisioneras, y fueron destruidos sus lugares de trabajo y de culto. Pronto, millones serían internadas en campos de concentración, que se convertirían en campos de exterminio.
En estos campos, cada uno de los colectivos era señalado selectivamente con distintivos de colores. Un triángulo amarillo para el pueblo Judío, uno rojo para los presos políticos, uno azul para inmigrantes, violeta para minorías religiosas como los Testigos de Jehová, rosa para hombres homosexuales.
Con un triángulo negro eran marcadas las lesbianas, las prostitutas, los “vagos y maleantes”, las personas con enfermedades mentales... Muchos anarquistas fueron también señalados con este color, negando el significado de su lucha. En un principio también se colocó este triángulo al pueblo gitano, para después usar uno de color marrón. Todos ellos fueron tratados como basura y sufrieron y murieron en los campos de concentración.
El franquismo, hermano de los nazis en el crimen, cuando se dedicó a reprimir la homosexualidad, también acudió a leyes de “vagos y maleantes” y de “peligrosidad social”.
Esto es lo que dice la Historia y tenemos la obligación de recordar a las víctimas que padecieron la intolerancia de unos regímenes enloquecidos.
Hoy en día no existen ya estos distintivos ignominiosos, pero los herederos de aquellos nazis siguen cazando a quienes consideran “diferentes”. Decimos esto entre comillas y bien enfatizado. Estamos asistiendo a un crecimiento de partidos políticos abierta o veladamente fascistas, algunos incluso con representación en las instituciones.
Existen grupos fascistas bien organizados y coordinados entre sí a nivel europeo. En el Estado Español esta situación puede ser aún mas grave pues, tras la muerte del dictador, no se establecieron las medidas necesarias para garantizar que no se repitiesen las mismas vulneraciones de los derechos humanos.
Los grupos fascistas siguen situando en su punto de mira a los mismos colectivos que sus padres ideológicos internaron en campos de exterminio. En los últimos años han sufrido agresiones, e incluso han sido asesinadas, personas homosexuales, inmigrantes, gentes sin techo o militantes de organizaciones antifascistas.
Esta lacra de la sociedad está siendo alimentada por partidos políticos, por tertulianos que fomentan la homofobia y por organizaciones religiosas que siguen manteniendo sus dogmas como si fuesen las únicas poseedoras de la verdad. Con ello avivan el rechazo hacia unas personas que tiene el derecho inalienable a vivir y sentir como ellas elijan.
Ante esta marea que nos invade nos queda la fuerza de la palabra y de nuestras convicciones. Es nuestra obligación que este mensaje contra el salvajismo llegue al mayor número de personas posible. También es nuestra obligación combatir al fascismo en la medida de nuestras fuerzas y de la manera que cada cual considere más oportuna.
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