15 de noviembre de 2009

Por la despatologización de las indentidades trans e intersexuales

Por la despatologización
de las indentidades trans e intersexuales


¿De qué estamos hablando?

Se suele decir que las personas transexuales son mujeres "atrapadas" en cuerpo de hombre y hombres "atrapados" en cuerpo de mujer. La verdad es que esta definición es bastante acertada, ya que podemos decir que se trata de mujeres que se sienten como tales, aunque su físico sea de hombre y por otro lado, hombres que se perciben a sí mismos como miembros del género masculino, aunque fisícamente tengan características físicas de mujer.

Es importante destacar que la identidad sexual o sexo psicológico reside en el cerebro, no en los genitales. Así pues, las personas transexuales necesitan ser aceptadas social y legalmente y para ello adaptan su cuerpo por medio de tratamientos hormonales y operaciones quirúrgicas.

Las personas transgénero, por el contrario, no supeditan su identidad a los tratamientos hormonales, las cirugías, ni a los requisitos que se les exigen a las personas transexuales para acceder a cambiar el sexo y el nombre en el Registro Civil y en otros documentos, puesto que ese no tiene por qué ser su fin. En algunos casos, incluso, van más allá del binarismo de género imperante en la sociedad y desafian los estamentos médicos y psiquiátricos para reflejar la dualidad del nombre y del sexo, no queriéndose etiquetar y por tanto limitarse a sí mismas en un sólo género.

Siendo este binarismo de género el que hace que las personas trans (tanto transgénero como transexuales) sean catalogadas como enfermas mentales y que obliga a las transgénero a sufrir, por no querer encajar en uno de los dos sexos, en lo que a la identidad sexual o sexo psicológico se refiere.

También es necesario detener nuestra atención en la situación que el binarismo genera en las personas intersexuales. El hecho de que estas pertenezcan a los dos sexos a la vez o de que tengan más desarrolladas unas características sexuales que otras (en función del grado de hermafroditismo), les deja indefensos ante un estamento médico que no tiene reparos en realizar intervenciones quirúrgicas profundamente heterosexistas y falocráticas. De este modo, a las niñas intersex que nacen con el clitoris más grande de lo normal, se les amputará una parte y se reconstruirá para que sea más pequeño y pierda su posible función penetradora. Por otro lado, a los niños intersex que nacen con penes demasiado pequeños se les reducirá hasta que sea como un clítoris y se le construirá una neovagina. Posteriormente, a lo largo de toda su vida, tendrán que tomar hormonas para que no afloren sus rasgos sexuales secundarios.

Esta es otro tipo de ablación que se practica habitualmente hoy en día y de la que muy pocas personas tienen constancia.


La transexualidad no es una enfermedad

En la actualidad se toman fundamentalmente dos criterios diagnósticos para la evaluación de la transexualidad: identidad persistente durante al menos dos años e inexistencia de desordenes mentales. Así, una persona que presente trastorno bipolar, esquizofrenía, etc. no podrá obtener un diagnóstico de disforia de género y esto le imposibilitará acceder al proceso médico requerido para poder cambiar el sexo en el Registro Civil y en otros documentos.

Al contrario de lo que se afirma en algunos círculos de especialistas, las personas transexuales no sufren per se estado patológico alguno. Ni mucho menos patología mental (por definición ha de descartarse ésta para ser así etiquetadas). Estas personas son simple y llanamente uno más de los resultantes de la diversidad sexual. Y esto no es una afirmación políticamente correcta, sino resultado de evidencia científica contrastada.

Normalmente y salvo excepciones, las personas transexuales tienen buena salud mental, pero los problemas de tensión, malestar y estrés que sufren para adaptarse a su situación y afrontarla, les hace ser frecuentemente personas vulnerables, tanto social como psicológicamente. Pero inevitablemente la categoría de transexual está muy medicalizada, la garantía de esta medicalización reside en que requieren de intervenciones que deben ser llevadas a cabo por especialistas.

Así pues, las personas transexuales necesitan ayuda de profesionales "psi", además de otras ayudas profesionales (endocrinas, quirúrgicas, sociológicas, jurídicas, legislativas, educativas, laborales, etc.). Ahora bien, si requieren de tanta ayuda no es porque su condición sea tan carente y necesitada, sino porque construyéndose a sí mismas – en diálogo con un mundo que no tiene sitio para ellas – acaban pagando el peaje de sus características sexuales propias y la plusvalía de esta interacción con un mundo cuya realidad sexual no les contempla. Por lo tanto, no se trata sólo de un fenómeno más de marginación social (política, legal, sexual, etc.), sino de una dificultad enorme para ser consideradas ciudadanas de pleno derecho.

Reivindicaciones

El 17 de Octubre se celebró, por segundo año consecutivo, una concentración en las tres capitales vascas a favor de la despatologización de la transexualidad. Las personas transexuales denuncian el hecho de que para acceder al cambio de nombre y de sexo en el registro civil (y así poder cambiar el Documento Nacional de Identidad, el carne de conducir, etc.), la psiquiatría las designe enfermas mentales.

Esta concentración comenzó a hacerse en París en el año 1997 y, poco a poco, han ido sumándose el resto de las capitales europeas. En el año 2007 se hizo por primera vez en el estado español y en el 2008 se extendió a Euskadi.

Hace unos años la homosexualidad también se consideraba una enfermedad mental, hasta que fue retirada de los manuales de psiquiatría. La Asociación de Psiquiatría Americana (APA) lo retiró del DSM (Manual Estadístico de Enfermedades Mentales) en 1973 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo lo propio el 17 de Mayo de 1994. Así, cada 17 de Mayo se celebra del Día Internacional contra la homofobia y la transfobia.

Por otro lado, a veces la patologización está relacionada con la transfobia, que es el miedo, rechazo y desprecio que padecen las personas transexuales. Las leyes, las administraciones públicas, las empresas privadas, los servicios sociales y sanitarios, los medios de comunicación, etc. pueden ser transfóbicos. La transfobia se basa en prejuicios sin sentido y se puede evitar mediante la educación. Como en muchos otros casos, es importante incidir en valores como la empatía (ponte en mi lugar), el respeto y la solidaridad. Así, entre todas viviremos en una sociedad más respetuosa, diversa y plural.

En el año 2012 se revisará la 4ª edición del DSM y la 10ª del CIE (Clasificación Internacional de enfermedades, de la OMS), por lo que desde hace dos años se vienen realizando tanto en EEUU como en Europa, distintas acciones para que la transexualidad sea descatalogada como enfermedad mental en los manuales citados anteriormente. El año pasado se hizo especial hincapié, con motivo del 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.

Las reivindicaciones generales son las siguientes:

• Descatalogar de los manuales de psiquiatría la Disforia de Género o transexualidad.
• Acceder a los tratamientos hormonales y a las cirugías sin que la tutela psiquiátrica sea obligatoria.
• Terminar con las cirugías normalizadoras que se les realizan a los bebés intersexuales.
• Eliminar la mención del sexo del DNI.
• Promover leyes para proteger e integrar en la sociedad a las personas transexuales.
• Mejorar la atención primaria en Osakidetza, especialmente en la Unidad de Trastornos de Identidad de Género de Cruces, e incluir las operaciones de reasignación de sexo en las prestaciones de la Seguridad Social.
• Reflejar en el curriculum educativo y en los planes de educación la realidad de las personas transexuales.

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